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Glaucoma

Glaucoma

En 1971, durante una investigación metodológica de los efectos sobre la salud en usuarios de cannabis, se observó que el cannabis reduce la presión incraocular. En los siguientes 12 años se llevaron a cabo un gran número de estudios con cannabis y distintos cannabinoides naturales y sintéticos sobre los efectos en el organismo humano así como en pacientes de glaucoma, observándose que el cannabis desciende la presión intraocular en un rango de 25-30%, llegando ocasionalmente hasta un 50%. Algunos cannabinoides no psicoactivos, y en menor medida, algunos constituyentes no cannabinoides de la planta de cáñamo también decrecen la presión intraocular.

Alrededor de tres millones de personas sufren en Alemania de presión intraocular elevada, y 800.000 padecen glaucoma. El riesgo de glaucoma aumenta con la edad. Una de cada 40 personas mayores de 40 años se ve afectada por esta enfermedad y, a partir de los 75 años, una de cada 15. En cerca del 10% de los ciegos con ceguera adquirida, la pérdida de la vista se debe al glaucoma, con lo que se convierte en Alemania en la segunda causa más frecuente de pérdida de visión.

Una característica de esta enfermedad es el lento deterioro del nervio óptico. Es un proceso lento y, en general, se da sin dolor, por lo que a menudo se detecta demasiado tarde, la mayor parte de las veces cuando dicho nervio ya está dañado y la ceguera ha comenzado.

El deterioro del nervio óptico se debe a un incremento de la presión instraocular que, normalmente, está entre los 10 y los 21 mmHg. El aumento por encima de este valor se debe a menudo a un trastorno del drenaje del humor acuoso de la cámara anterior del ojo. La presión puede ascender hasta los 30 o 40 mmHg, e incluso más. Puede darse en cuestión de horas si existe una obstrucción repentina del flujo del agua. En este caso se habla de ataque agudo de glaucoma, que va acompañado por fuertes dolores (conocido en España como “dolor de clavo”). La presión se transmite a través del cuerpo vítreo (una masa gelatinosa que da al ojo su forma redonda) hasta el nervio óptico, que sufre daños por la presión y que puede ir destruyéndose gradualmente si no se trata a tiempo.